Les presento a Pippa

Pippa llegó a mí como caída del cielo. Y no precisamente porque la esperara yo con ansia, sino todo lo contrario. Yo ya me había hecho a la idea de que un perro era mucho pedir. Fue obra del destino que nos encontráramos ese domingo raro. Yo de visita en casa de mi tía, cosa extraña, cuando sube mi mamá con el cachorro más hermoso que se puedan imaginar.

Un husky siberiano de enormes ojos azules, patas gordas y blancas, quieto (tramposamente quieto, meses después averiguaríamos), divino. ¿Mi mamá cargando a un perro? Qué cuadro tan raro. Pero así sucedió. Salí a conocer a los papás, claro, y junto a ellos, jugando en el jardín -más bien destruyéndolo- estaba la hermana de ese cachorrito gordo. Una bolita blanca y negra de ojos café y azul, demasiado inspirada en comerse el pasto para ponerme el mínimo de atención. La adoré de inmediato y el resto es historia.

Hoy es la cosa más linda del mundo, mi primera hija y la absoluta controladora de mi economía. ¡Pero cada peso ha valido la pena! Me queda claro que la devoción que te tiene un perro es completamente pura y es tanta, que siento que siempre le voy a quedar a deber.

En fin, Pippa ha sido mi inspiración para investigar, leer hasta hartarme -y hartar a muchos- de información perruna, misma que les iremos compartiendo en este blog. Y digo iremos porque ¡vaya que Pippa tiene sus favoritos!

Por lo pronto, les dejo una foto de época cachorra de la husky más tierna -y destructora-  del mundo.

Pd: El husky siberiano hermoso y patón terminó siendo mi sobrino, el consentido «Tobías».

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